La motivación y nuestro deber de encontrar incentivos.
¿Para que? ¿Para quien?
¿Para que? ¿Para quien?
Al ser el dinero un valor tan apreciado resulta menos fácil poder encontrar otras motivaciones.
Habrá quien la encuentre en los logros materiales, otros en las religiones, en la ciencia y otros en el vivir.
La motivación superficial, inmediata se logra fácil. La manipulación y las tentaciones a través de los medios dirigen tu atención y tu acción muchas de manera inconsciente, sin darnos cuenta.
La motivación más profunda, la verdadera emerge del individuo, de la persona .
La vocación, la solidaridad, el compromiso genera satisfacción personal sin mediar el dinero en ello.
La motivación superficial es la que permanece hoy en la sociedad, en el ambiente, en los hogares.
Pero las motivaciones profundas existen y deberían ser una fuente de inspiración y llegar a ser el modelo a elegir.
Por ejemplo elegir ser deportista porque cuido el cuerpo y me gusta la competencia sana y no por mostrar mi arrogancia o por tener un velero y viajar por el mundo; eso no significa que sea malo si lo ganas con tu esfuerzo y trabajo sólo que esa no es tu motivación final, es sólo un medio que puede estar o no sin perder la estabilidad.
Hay falta de motivación, própositos poco claros, un sentido de la vida más allá de roles y responsabilidades.
Hay muchos jovenes motivados pero muchos son atrapados por el sistema, son necesarios modelos adultos en los que poder mirarse.
El vivir proporciona el placer del descubrimiento siempre que nos permitamos experimentar sin miedo al error, pero con la actitud de aprender, revisar y avanzar.
Elige tu propia motivación para poder dar un sentido más profundo a tu vida y a tus acciones.
Todo cuenta.
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