Todos hemos conocido a algún mártir.
Quizá tú mismo has representado ese papel en alguna ocasión. Los mártires suspiran mucho, cuentan su historia de "pobre de mí" y recuerdan el insoportable sufrimiento que han padecido. Si te acercas demasiado a uno de ellos, te absorberá con su melancolica historia y su mentalidad de víctima. Advertirás que empiezas a creer en él y tal vez a sentir lo mismo. En cuanto sienta que se ha ganado tu atención y compasión empezará a dar rienda suelta a la ira que se oculta tras su mentalidad de mártir. Es una ira sencilla. Incluso una ira infantil basada en ¡No me estás escuchando!Así que intentará darte lástima y pena para captar tu atención, porque sabe que, cuando lo haya conseguido dispondrá de un público que escuchará su rencor y las injusticias que cree haber sufrido.
El martirio no es más que un intento de llamar la atención, al igual que la ira no es más que un grito pidiendo amor y ayuda. Es duro ver como el terrorismo moderno crea unos mártires que se inmolan por una "buena causa". Pero la causa no es más que una fachada para ocultar que están desconectados de su propio corazón, de su propio amor. Están confundidos y atatrapados en una confusión que se autoperpetúa. Les han lavado el cerebro para que crean que el sufrimiento y la muerte pueden cambiar el mundo, y caen en el mayor engaño al confundir el honor con el suicidio, los asesinatos con la obtención del paraiso,y al creer que la gente los escuchará cuando ya no puedan decir nada. Pero los mártires no hablan desde el otro mundo. Y si pudieran hablar lo único que dirían sería:"Estaba resentido...asqueado...lleno de odio...furioso...". Que no es más que una forma de decir "me sentía perdido".
Extraido del libro
Transformar la ira en calma interior.
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